John Dewey
nació en Burlington
(Vermont) en 1859, hijo de un comerciante. Se graduó en la Universidad de Vermont en 1879 y después de un breve período como maestro de escuela
en Pennsylvania y en Vermont continuó sus estudios en el departamento de filosofía de la universidad John
Hopkins. Allí recibió la influencia de
George S. Morris, un idealista neo hegeliano. Al obtener el doctorado en 1884
con una tesis sobre la psicología
de Kant, Dewey acompañó a
Morris a la universidad de Michigan, donde lo sucedió en la dirección del departamento de filosofía.
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John Dewey |
Cuando vivía en Michigan, Dewey conoció
a su futura esposa, Alice Chipman, que era una de sus estudiantes. Alice influyó
más que nadie en la orientación que tomarán sus intereses a finales del
decenio de 1880. Dewey reconoció que ella había
dado sentido y contenido a su labor y que tuvo una influencia importante en la formación de sus ideas pedagógicas. Cuando se casó, Dewey empezó
a interesarse activamente por la enseñanza
pública y fue miembro
fundador y administrador del Club de Doctores de Michigan, que fomentó la cooperación entre docentes de enseñanza media y de enseñanza superior del Estado.
Cuando el presidente de la recién
fundada universidad de Chicago, William Rainey Harper, le invitó a esa nueva Institución
Dewey insistió para que su nombramiento incluyera la dirección de un nuevo departamento de
pedagogía, consiguiendo
que se creara una escuela experimental para poder poner sus ideas a prueba.
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Fotografía de niños jugando en la Escuela Laboratorio de Chicago |
Durante los 10
años que pasó en Chicago
(1894-1904), Dewey elaboró los principios fundamentales de su filosofía de la educación y empezó a vislumbrar el
tipo de escuela que requerían
sus principios. Dewey empezó a desarrollar una teoría del conocimiento que cuestionaba los dualismos
que oponen mente y mundo, pensamiento y acción.
Para él, el pensamiento
era una función
mediadora e instrumental que había
evolucionado para servir los intereses de la supervivencia y el bienestar
humanos. Sus trabajos sobre la educación
tenían por finalidad
sobre todo estudiar las consecuencias que tendrá
su instrumentalismo para la pedagogía
y comprobar su validez mediante la experimentación.
Dewey estaba convencido de que muchos problemas de la práctica educativa de su época se debían
a que estaban fundamentados en una epistemología
dualista errónea, por lo
que se propuso elaborar una pedagogía
basada en su propio funcionalismo e instrumentalismo.
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Niños construyendo un barco velero a escala |
Tras dedicar
mucho tiempo a observar el crecimiento de sus propios hijos, Dewey estaba
convencido de que no había
ninguna diferencia en la dinámica
de la experiencia de niños
y adultos. Unos y otros son seres activos que aprenden mediante su enfrentamiento
con situaciones problemáticas
que surgen en el curso de las actividades que han merecido su interés. Esta argumentación enfrentó a Dewey con los
partidarios de una educación
tradicional centrada en el programa y también
con los reformadores románticos
que abogaban por una pedagogía
centrada en el niño.
Estas diferentes escuelas de pensamiento libraban un feroz combate en el
decenio de 1890. Los tradicionalistas defendían
los conocimientos duramente adquiridos a lo largo de siglos de lucha intelectual
y consideraban que la educación
centrada en el niño era caótica,
anárquica, una rendición de la autoridad de los
adultos, mientras que los románticos
celebraban la espontaneidad y el cambio, y acusaban a sus adversarios de
reprimir la individualidad de los niños
mediante una pedagogía
tediosa, rutinaria y despótica. Para Dewey, podía resolverse la controversia
si ambos bandos se deshacen de la idea funesta de que hay una oposición (más que una diferencia de grado) entre la
experiencia del niño y los
diversos temas que abordará durante sus estudios. En lo que se refiere al niño, hay que saber si su
experiencia ya contiene en ella elementos hechos y verdades del mismo tipo de
los que constituyen los estudios elaborados por adultos.
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Niños aprendiendo sobre relieves a través de maquetas |
Dewey declaró
en 1896 que la escuela es la única forma de vida social que funciona de forma
abstracta y en un medio controlado, que es directamente experimental, y si la filosofía ha de convertirse en una
ciencia experimental, la construcción
de una escuela es su punto de partida. Dewey llegó a Chicago con la idea de
establecer una escuela experimental por
cuenta propia. Dewey defendió ante los funcionarios universitarios una escuela
que, manteniendo la labor teórica
en contacto con las exigencias de la práctica
constituirá el
componente fundamental de un departamento de pedagogía, para lo que consiguió el apoyo de Harper,
firmemente comprometido en la campaña
a favor de la reforma educativa en Chicago. En enero de 1896, abrió sus puertas
la Escuela experimental de la universidad de Chicago. Empezó con 16 alumnos y 2 maestros, pero en 1903 ya impartía enseñanza a 140 alumnos y contaba con 23 maestros y
10 asistentes graduados. La mayoría
de los alumnos procedían
de familias de profesiones liberales y muchos eran hijos de colegas de Dewey.
La institución pronto se
conoció con el nombre de ‘Escuela
de Dewey’ ya que las hipótesis que se experimentaban
en ese laboratorio eran estrictamente las de la psicología funcional y la ética democrática de Dewey.
Como escribió Dewey, en la Escuela
experimental el niño va
a la escuela para hacer cosas: cocinar, coser, trabajar la madera y fabricar
herramientas mediante actos de construcción
sencillos; y en este contexto y como consecuencia de esos actos se articulan
los estudios: lectura, escritura, cálculo,
etc. Dewey afirmaba que cuando el niño entiende la razón por la que ha de adquirir
un conocimiento, tendrá gran interés
en adquirirlo. Por consiguiente, los libros y la lectura se consideran
estrictamente como herramientas. Aunque
no pretendía ni esperaba
que los métodos de la
Escuela experimental fueran seguidos de manera estricta en otros lugares, si
albergaba la esperanza de que su escuela sirviera de fuente de inspiración para los que pretendían transformar la educación pública. La comunidad precursora de Dewey duró muy
poco y resulta irónico
que su fin se debiera a la lucha por el control de la Escuela experimental por
parte de los que trabajaban en ella. Dewey y sus maestros no eran los dueños del taller; este pertenecía a la Universidad de
Chicago. En 1904, el Presidente Harper se puso a favor de los maestros y administrativos
de una escuela fundada por el Coronel Francis Parker (que se había fusionado con la Escuela de
Dewey en 1903), resentidos por haber sido incorporados a la Escuela del Sr. y
la Sra. Dewey y que temían
que Alice Dewey decidiese prescindir de sus servicios. Cuando Harper despidió a
Alice, Dewey dimitió y casi en el mismo momento aceptó un puesto en la
universidad de Columbia, donde permaneció hasta el final de su larga carrera.
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Niña utilizando un huso para hilar |
Después de la Primera Guerra
Mundial, las escuelas dejaron de ser el punto central de su actividad. Con una visión menos ingenua de la función de la escuela en la reconstrucción social, Dewey ya no situaba
el aula en el centro de su idea reformadora. Dewey reconocía ahora más claramente que la escuela,
al estar inextricablemente vinculada con las estructuras de poder vigentes, constituye
uno de los principales instrumentos de reproducción
de la sociedad de clases del capitalismo industrial, y que por consiguiente era
muy difícil
transformarlas en un agente de reforma democrática.
Los esfuerzos por convertirlas en medio impulsor de una sociedad más democrática tropezaron con los
intereses de los que querían
conservar el orden social existente. Los defectos de la escuela reflejan y
mantienen los defectos de la sociedad en su conjunto, los cuales no pueden
corregirse sin luchar por la democracia en toda la sociedad. La escuela
participará en el cambio
social democrático únicamente si se alza con algún movimiento de las fuerzas
sociales existentes.
Para concluir,
vale decir que John Dewey fue el filósofo
norteamericano más
importante de la primera mitad del Siglo XX. Su carrera abarcó la vida de tres
generaciones y su voz pudo oírse en medio de las controversias culturales de
los Estados Unidos (y del extranjero) desde el decenio de 1890 hasta su muerte
en 1952, cuando tenía
casi 92 años.
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Niños en la sala de lectura |
Bibliografía: Westbrook, R. 'John Dewey (1859-1952)' En: Perspectivas: revista trimestral de educación comparada. Vol XXIII, Número 1-2, 1993, pp 289-305
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